Si existe algún lugar donde el fantasma tiene una verdadera razón de ser, ese es sin lugar a dudas el cine. Las películas son las verdaderas casas encantadas, lugares donde los muertos viven eternamente y donde las tragedias se repiten sin fin, siempre prestas a aparecer ante los ojos inocentes (impresionables, objeto de posesión) de nuevos espectadores. Este libro no sólo se aproxima al concepto de fantasma o espectro con metodología pragmáticamente romántica vinculada a las diversas formas culturales y sociales, sino que se sienta alrededor de una mesa, atenúa las luces y convoca a algunos de ellos. Quedan ustedes invitados a unirse a esta sesión sobrenatural y a adentrarse en una selección de los 50 títulos cinematográficos que consideramos imprescindibles sobre la temática fantasmal. Comedia, romance, terror, experimentación, acción, drama, fantasía… Un viaje hacia lo desconocido y hacia lo inexplicable. Un viaje hacia ese Más Allá atrapado en celuloide.
A lo
largo de su historia compartida, cine y política han mantenido una relación muy
estrecha, que va de la mutua necesidad al juego de espejos. El cine ha
documentado la evolución social y política de las distintas sociedades, pero
también ha sido utilizado como instrumento de propaganda ideológica. Al mismo
tiempo, la política se ha ido contagiando de la narrativa cinematográfica y ha
emulado a los héroes de la ficción. Conocer el cine político es entender la
diferencia entre denuncia y demagogia, entre posicionamiento y doctrina, y ver,
a través de géneros muy dispares, que la política está presente en toda
película de ayer y de hoy. En este libro se propone un recorrido por el cine y
la política a través de 50 títulos, algunos muy populares y otros urgidos de
una reivindicación, que ejemplifican su vínculo. Y los hay que son
fundamentalmente políticos aunque no parezcan pertenecer al género.
América
pronto se dio cuenta de su valor mítico. La historia transfiguró en leyenda y
los hechos se diluyeron en el relato. La conquista del territorio, el avance de
la civilización, los hombres y las mujeres de la frontera en expansión cuyos
nombres y hazañas, por lo común violentas, pasaron a constituir una verdad
contada. El wéstern, versión en movimiento de las dime novels, significó
la primera experiencia del cinematógrafo con el espacio abierto y se convirtió
en la maquinaria a través de la cual se transmitía el relato mítico de la
fundación. Género americano, el wéstern se fue oscureciendo en el reflejo tanto
de su tiempo presente como del histórico que recrea. La estilización dejó paso
a la introspección, la emoción de la aventura, a la melancolía de la pérdida.
El wéstern se convirtió en un modo, ético y estético, de estar y contar un
país. Un paseo por las estaciones del wéstern y una antología de 50 títulos
componen esta aproximación a un género que, en sí mismo, sintetiza lo
cinematográfico: el gesto y el movimiento.
El cine nació
cuando las ciudades comenzaron a transformarse en los complejos y problemáticos
lugares que habitamos hoy en día. Las poblaciones desde entonces fueron el
lugar donde se desarrollaron los argumentos de las películas, y llegaron a
tener en algunos casos un papel tan crucial como el de los protagonistas de
carne y hueso. En este libro se recorre desde el optimismo vivido en los años
veinte del siglo pasado, con la aparición de nuevas edificaciones como los
rascacielos, que transformaron las grandes ciudades, hasta las fascinantes
metrópolis actuales de países con economías en expansión, que al mismo tiempo
continúan sufriendo problemas de marginalidad y delincuencia. Las 50 películas
seleccionadas son primordiales para poder estudiar, y al mismo tiempo entender
y llegar a conocer, cómo ha sido esa evolución de la ciudad hasta la actualidad,
así como para constatar la influencia de la imagen en movimiento en esas
poblaciones.
«El libro era mucho mejor.» Una frase que se ha convertido en enseña a la
salida de muchas salas de cine y en definiciónde toda una corriente
cinematográfica.¿En qué nos basamos para afirmarque un libro es mejor que una
película? ¿Es válido comparar? El cine no solo ha necesitado de su hermana
mayor literaria desde sus inicios, sino que continúa expandiéndose con cada vez
más cantidad de adaptaciones de novelas, cuentos, mitos, obras teatrales,
textos periodísticos o tratados filosóficosmateriales de autor o anónimos.
Porque el cine, como cualquier arte, solo está alerta a la hora de encontrar
las fuentes de las buenas historias. En este recorrido de 50 títulos
cinematográficos,que abarca desde los comienzos del cine mudo hasta nuestra
época, los textos literarios son los protagonistas, pero también las
interpretaciones que han hecho sobre ellos distintos cineastas, guionistas,
equipos, estudios de producción, audiencias y lectores. Les invitamos a leer la
pantalla al igual que los libros: un portal a la imaginación y la diversidad,
donde cualquier cosa aguarda al abrir al azar sus páginas.
Asociado a la cultura juvenil surgida en Estados Unidos a raíz del boom económico posterior a la Segunda Guerra Mundial, el rock and roll se alió de inmediato con el cine. Se trataba de dos industrias basadas en el entretenimiento y enmarcadas en un contexto capitalista que estaban destinadas a entenderse. El cine contribuyó tanto a desactivar la inicial chispa rebelde del rock como a servirle de trampolín promocional, pero a lo largo de los sesenta años que dura su relación esa función propagandística inicial fue dando paso a una multiplicidad de miradas que trasciende géneros y categorizaciones.Sueños eléctricos reúne medio centenar de títulos esenciales para entender el estrecho vínculo entre cine y rock. Del salto a la pantalla de Elvis Presley a la revolución de The Beatles, del rockumental a la ópera rock, del sueño hippy de Woodstock a su abrupto finala lomos de los moteros de Easy Rider y del nihilismo punk a la fiesta sin fin de las raves.
El pasado como presente50 películas de género histórico.
Las películas son un testimonio de la sociedad de ayer y de hoy. Cuando evocan el pasado lo hacen desde el presente en el que fueron concebidas, del mismo modo en que los espectadores vivimos en presente las películas que vemos sobre el pasado. Además, cuando retratan el presente, al poco tiempo se transforman en pasado. Por tanto, una de las posibles maneras de entender el cine es verlo como un conjunto de documentos visuales que pueden transformar-se en testimonios históricos. Sin embargo, la diversidad es grande: las películas están producidas con intenciones muy diferentes y dirigidas a distintos sectores de público. Desde el noticiario informativo y la película documental hasta el film de pura ficción, las obras que se dan cita en este libro se han transformado en el espejo de una época, ya que evidencian cómo eran las personas que participaron en ellas y la sociedad en la que nacieron.
Podemos entender mucho mejor las tecnologías, el cine entre ellas, conectándolas con su contexto histórico y con sus condicionantes económicos, políticos, sociales y culturales. Así, muchas películas, y sin duda las películas sobre tecnología, son espacios privilegiados para imaginar y entender tanto esos contextos como los miedos, las incertidumbres y las esperanzas sociales en un lugar y un momento histórico determinados, en relación a nociones tan importantes como el progreso de la humanidad y los futuros posibles. Este libro recoge 50 películas clave que propician la reflexiónsobre la tecnología existente (del presente o del pasado), que proponen una visión sobre el futuro a través de la tecnología (conectando la anticipación con la proyección de las preocupaciones sociales del presente) o que centran su mirada en el cine como tecnología. En su conjunto, todas esas películas forman un mosaico de historias sobre una de las historias más humanas posibles.
Decía Godard que el cine no es un
arte que filme la vida, sino que está entre el arte y la vida, y ese puente
entre los dos juegos de reglas queda paradigmáticamente representado por un
género que, como el Anillo Único, puede gobernarlos a todos: el musical. Desde
el mismísimo origen del cine sonoro, los musicales han sido esenciales para el
séptimo arte. Han creado estrellas, levantado y hundido estudios, servido como
impulso artístico y como mero espectáculo, se han pasado de moda y han
resucitado. Pero, sobre todo, han dejado en sus espectadores un rastro de
canciones y bailes que perdura mucho más allá del tiempo que pasan en la sala
de proyección. Este libro incluye un repaso por la historia del cine musical
occidental, explora los mecanismos particulares del género y analiza 50
películas que pueden explicar su evolución a través de las décadas. Como exclamaba Roy Scheider entre el arte y Bob Fosse: It's showtime!
Este libro
propone una mirada al mundo de la ciencia desde el cinematógrafo y, al mismo
tiempo, un repaso por la historia de un arte con más de 120 años de existencia.
Historias sobre personalidades únicas que trabajaron para favorecer el progreso
de la humanidad, narraciones que buscan estimular el conocimiento del organismo
humano o de los mundos animal y vegetal, ejercicios especulativos fundamentados
en principios científicos que predicen qué futuro espera a nuestra especie...
El lector encontrará en este libro un repaso a producciones cuyo punto de
partida es la glosa de la obra de científicos cuyo trabajo ha producido
beneficios para la sociedad en general, junto a otras que han pretendido
colocar el mundo de la ciencia al frente de una realidad cinematográfica que
trata de conjugar la transmisión de conocimiento (científico) con el entretenimiento.
Que un
hombre muerda a un perro puede ser el detonante de una noticia… o de una
película. Cineastas e informadores comparten una misma pasión, la de describir
la realidad de modo más o menos subjetivo, armando una narrativa que le dé un
cierto sentido. Aunque no lo tenga. A su vez, los periodistas se han convertido
en personajes centrales de muchas ficciones, ya sean profesionales tenaces
enfrentados heroicamente a amenazadoras fuerzas corruptas
o granujas manipuladores capaces de todo con tal de satisfacer su obsesión por
la fama, la exclusiva y el titular. El cine ha contribuido a modelar el
estereotipo asociado a todos ellos, testigos necesarios que a menudo acaban
implicados hasta el fondo. Desde los galanes de traje y corbata, con su
identificación prendida en el ala del sombrero, hasta los blogueros que retozan
en ese nuevo campo sin puertas llamado internet, este libro repasa cincuenta de
las mejores películas sobre prensa escrita, radio y televisión; historias de
grandes logros, dilemas deontológicos y miserias cotidianas. ¡Que no paren las
rotativas!
Como el
cine nació en Europa (con permiso de Edison), no ha de resultar extraño que le
gustara evocar aquellas épocas que habían sido las fuentes de lo que conocemos
como civilización occidental: el Oriente mediterráneo por su vinculaciones
religiosas, Grecia por su arte y su literatura, Roma por su sentido de la
organización social y política, y Egipto por considerarse un «descubrimiento» de los
arqueólogos europeos. El primer personaje histórico que protagoniza una
película, en una fecha tan temprana como 1896, es el emperador Nerón, seguido
un poco después por Jesucristo. Este libro propone un recorrido por más de cien
años de cine sobre la antigüedad a través de 50 títulos, empezando en Italia en
1908 con la primera versión de Los
últimos días de Pompeya, y acabando en el Japón de 2012 con Thermæ Romæ, una curiosa fusión de manga y péplum.
La presencia pictórica en el cine no se agota en las
múltiples versiones
de El retrato de Dorian Gray o en las biografías
de artistas plásticos,
retratados para la gran pantalla a través de sus
obsesiones. El recurso
a la pintura ofrece un amplio abanico de posibilidades
que abarcan la
inspiración de la puesta en escena, la recreación de
conocidas obras
pictóricas, la construcción de un espacio simbólico a
partir de cuadros
concebidos expresamente para el celuloide, el perfilado
de personajes
a través de lo pictórico e, incluso, su empleo como
materia de sueños
y pesadillas. Su presencia es un recurso para reflexionar
sobre los
sistemas de representación visual mediante directores que
no han
podido escapar a su influjo.
Esto es tan solo una muestra, como si del tríptico de una
exposición
se tratase. Visiten la galería completa: 50 películas que
nos hacen ver
la pintura y el cine con otros ojos.
¿Qué
es lo real? Tradicionalmente, el documental se ha entendido como lo opuesto a
la ficción, como aquel género que documentaba la realidad. Sin embargo, a
poco que indaguemos en sus muchas ramificaciones, comprobaremos que lo real
se nos escurre de los dedos, que de hecho es inalcanzable. En su lugar,
tendremos que lidiar con la verdad que vive en la mirada de cada cineasta.
Este libro propone un viaje apasionante a través de 50 obras que revelan la
enorme complejidad del documental, sus formas mutantes y sus vericuetos
éticos. Un trayecto en el que caben hombres con cámaras, metrópolis incipientes,
esquimales cómplices de la ficción, fascismos y genocidas, leyendas del rock
y del ring, surferos y revolucionarios, grafiteros y espigadores. Toda una
aventura dispuesta a rasgar las paredes de lo real. A replantear, en cada
paso, nuestra mirada sobre el mundo y aprender a campar por la incertidumbre.
Recrear momentos de la historia es una de esas quimeras
hacia las que la gran pantalla nos sirve de puente, y uno de los momentos que
el cine ha visitado con mayor frecuencia ha sido la edad media, período
mítico por excelencia en el que se basa buena parte de las leyendas y los
referentes de nuestra sociedad actual. El medievo queda al mismo tiempo lo bastante lejos como
para poder crear mundos exóticos y arcanos que nos seduzcan, y lo bastante
cerca como para que nos podamos sentir identificados con él. Así, a través de
intermediarios, como la literatura, desde Shakespeare hasta Walter Scott, o
la pintura de historia del siglo XIX, el séptimo arte ha contribuido de forma
decisiva a crear nuestro cliché de la edad media. Un mundo de oscuridad,
misterio, magia y barbarie tan romántico que, aunque quizá nunca ha existido,
ha habido que inventarlo.
El País del Sol Naciente ha
ejercido un poder seductor sobre Occidente. Desde hace más de cuatrocientos
años, se han sucedido encuentros y desencuentros, pero siempre caracterizados
por un halo de fascinación, en ocasiones casi hipnótica. Sin embargo, muchas
veces esta fascinación ha propiciado la aparición de tópicos que han
dificultado el entendimiento de la cultura japonesa. Así, dentro del
imaginario colectivo, Japón ha quedado reducido a geishas, samuráis y pagodas. Pero Japón es mucho más. Es una
cultura compleja, que esconde mucho más de lo que se percibe a simple vista,
y que hay que saber mirar. La singularidad de Japón ha quedado reflejada a
través de las cincuenta películas que presentamos, que no son otra cosa más
que una selección de títulos que recomponen, muy sucintamente, la historia de
un país, de una cultura y de una cinematografía.
Este libro parte de la idea de que en el contexto
actual realidad y ciencia ficción son una misma cosa. Por un lado, la ciencia
ficción ha ido evolucionando de una forma dinámica, incorporando el pulso de
la realidad para (re)interpretarla mediante sus propios mitos, enriquecidos
no solo con la forma audiovisual sino con un abundante equipaje conceptual y
estético procedente de la literatura, la ilustración, el cómic e incluso la
divulgación científica. Por otro lado, los estilemas del género se han
incorporado definitivamente al imaginario popular, en los campos de la
publicidad, el videoclip o incluso el arte contemporáneo. Por todo ello,
conviene redifinir la propia evolución del género abandonando ya ciertas
convicciones canónicas que hoy resultan algo simplistas. Mediante el análisis
de 50 títulos esenciales del género, en este libro se dibuja un panorama
multidimensional, que muestra que la ciencia ficción —como el terror, la
fantasía o manifestaciones colaterales— ha sido capaz de reproducirse en
canales distantes pero comunicados haciendo posible la generación de un
macroconcepto, o macrogénero, como es el fantástico, que goza de una
excelente salud comercial y cultural.
La expresión Guerra
Fría, popularizada en 1947 por el periodista Walter Lippmann, alude al
prolongado conflicto que enfrentó a la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas y a Estados Unidos por la hegemonía mundial. Una pugna que se
libró en los frentes político, económico, científico, militar y cultural,
donde el cine desempeñó un gran papel. Las películas, de los más variados
géneros y estilos fueron el mejor medio de persuasión para inculcar al
espectador un orden simbólico que justificase la ideología de cada
superpotencia. Pero, también, desafiando a la censura, y gracias a sus
sofisticadas formas narrativas e iconográficas, el cine plasmó de manera
certera las tensiones sociales y políticas de toda una época,
proporcionándonos un documento histórico de primer orden protagonizado por
personajes tan diversos como Iósif Stalin, Ronald Reagan, Lev Kuleshov,
Sylvester Stallone, Nikita Jruschov, Billy Wilder, Grigoriy Chukhray, John
Wayne, Alfred Hitchcock, John Le Carré o Steven Spielberg.
El cine de la infancia es, en sí mismo, un macrogénero
por el que cineastas de todo el mundo han mirado hacia su pasado más añorado
con intención de recuperarlo. Y es que la infancia no es solo territorio de
los niños.
El recorrido fílmico de Paraísos perdidos enfoca
su interés tanto en los más pequeños y su mundo particular como en la
relación de los adultos con su propia niñez. La nostalgia por el paraíso
perdido contrasta con la incomprensión mutua entre el universo infantil y el adulto.
Así, el cine ha mostrado mil y una caras de los
infantes: víctimas o verdugos, a veces ambos; libres o en cautividad;
protegidos o protectores; presos de la realidad o refugiados en la fantasía;
espejo de las miserias de individuos y sociedades...
El presente libro propone un trayecto de lectura (de los muchos
posibles) del clasicismo cinematográfico, abordándolo como un modelo de
práctica cinematográfica singularizada en el que convergen un canon
estético-narrativo férreamente codificado y un preciso sistema de producción.
Nuestro corpus de estudio se centra en la producción cinematográfica
estadounidense entre 1930 y 1956, atravesando el período de mayor esplendor del
sistema de estudios y el surgimiento de las escrituras manieristas durante la década
de los cincuenta. Los autores elaboran una síntesis de la esencia del
clasicismo cinematográfico en su configuración formal, narrativa, ideológica e
industrial arquetípica a partir del análisis de una selección de cincuenta de
sus títulos más representativos, mediante sus principales directores, géneros y
enfoques ideológicos, al tiempo que se aspira a contrarrestar la extendida idea
de homogeneidad del universo del cine clásico.
La violencia, ese instinto animal arraigado en el hombre desde tiempos
remotos, se institucionaliza a través del Estado, poseedor de su monopolio bajo
el amparo de la ley, para impartirse desde motivaciones supuestamente
legítimas; entre otras, la de salvaguardar la paz social mediante esa represión
que trata de mantenernos alejados de la barbarie. Intrínseca a esa prerrogativa
del Estado está la facultad de obligar a sus ciudadanos a secundar esa
violencia, aportando su sufrimiento e incluso su propia vida y la de sus seres
queridos. El cine, reflejo de todas las facetas que engloba la existencia del
ser humano, nunca estuvo al margen de la representación de la guerra, ya sea
para apoyarla, para censurarla, para constituirse en mero testimonio histórico
o incluso para utilizarla como un espectáculo más con el que distraer a la
audiencia. La guerra es, por desgracia, ese elemento que siempre estuvo, está y
estará presente en el devenir del género humano.
El proceso creativo literario tiene
una gran parte de misterio. Cómo los escritores logran crear un universo
propio a través de un trabajo eminentemente solitario es algo que cuesta, a
veces, incluso verbalizar. Aunque el cine siempre ha sentido una gran
querencia por mostrar mecánicas inventivas, la literaria es una de las más complicadas
de llevar a la gran pantalla. Un mundo
aparte pretende reflejar cómo el arte cinematográfico ha sabido encontrar
distintos caminos para formular sugerentes preguntas sobre este tipo de creación.
La relación con los personajes ficticios, con los propios
lectores o la ruptura de las barreras
entre realidad y ficción, entre otras cuestiones, son temas protagonistas en
este tipo de propuestas. Novelistas, dramaturgos, guionistas, poetas,
personajes inventados, lectores, musas..., todos son piezas fundamentales en
la elaboración de un arte en el que la incógnita está siempre presente.
El cine de cárceles ha desarrollado un lenguaje propio,
casi como si de un género se tratase. Y lo ha hecho para presentarse ante la
audiencia con muy diferentes intenciones: desde denunciar un sistema penal
con serias imperfecciones a relatar historias de superación, pasando por
descubrir injusticias e implicarnos en trepidantes fugas. Pero ya sea con la
intención de emocionarnos, sobrecogernos o incluso hacernos reír, cada vez
que una cámara se ha colocado al otro lado de las rejas lo ha hecho para
recordarnos el valor de un bien no siempre del todo apreciado: nuestra propia
libertad.
La
segunda mitad del siglo xx en España estuvo caracterizada por una serie de
cambios que tuvieron su punto de inflexión con la muerte de Franco y el fin
de la dictadura, una sucesión de transiciones y transformaciones que, sin
duda, marcaron el devenir de la sociedad actual. El recorrido que se propone
con las cincuenta películas seleccionadas pretende mostrar cómo afectaron
todos estos cambios sociales, económicos, políticos, culturales y emocionales
a la población española; trabajos que hablan de la apertura de España al
exterior y la llegada de la modernidad, pero también de la salida de un
Régimen que durante cuarenta años había paralizado en muchos sentidos al
país.
Tanto
el cine como la exploración espacial surgen a partir de avances tecnológicos
que hacen posible dos actividades que previamente solo podían suceder en el
dominio de la imaginación: el abandono de la Tierra y la materialización
animada y reproducible de la visión de un artista. Ambos sueños,
transformados en realidades, se han retroalimentado en el tiempo,
compartiendo elementos para que cada uno lleve a cabo sus propios objetivos:
conocer y habitar nuevos lugares del universo, que a su vez se conviertan en
nuevos escenarios y situaciones donde los cineastas puedan contar sus
historias. Este libro, que desde su título parte del mensaje entusiasta con
el que Yuri Gagarin salió de la Tierra a bordo de la Vostok 1 —¡Poyejali! (‘¡Vámonos!’)—, propone uno de
los infinitos viajes posibles a través de las retroalimentaciones entre la
historia de la exploración espacial y el cine.
La locura siempre ha vivido en el lado oscuro de nuestra sociedad. Nuestra historia atestigua épocas de encierro, rechazo, miedo o puro morbo en torno a las personas que tienen un trastorno mental. El cine, siempre interesado en retratar el alma humana en toda su complejidad, nos ha abierto una ventana a las vidas de esos locos, de sus familias, de los tratamientos a los que han sido sometidos y del contexto social en que han tenido que vivir. Relatos que reflejan sufrimiento y dolor, pero también superación y conciliación. Este libro presenta 50 de esas historias, 50 narraciones llenas de seres imperfectos pero a la vez geniales que viven la realidad a su manera. Porque la locura no es única y tiene muchas caras, y el cine ha sido capaz de retratar muchas de ellas.
Sin duda, el terror se hace más amenazante cuando el monstruo, el mal demoníaco o los sucesos paranormales abandonan sus moradas habituales y se refugian en el hogar. La casa encantada ha sido un motivo presente en el cine fantástico y de terror desde los inicios como representación de lo que más tememos, convertir el espacio íntimo y seguro en un infierno. Este libro propone un recorrido por las casas encantadas en el cine desde los primeros cortometrajes mudos hasta los últimos éxitos del nuevo terror, como Expediente Warren o Verónica, pasando por oscuros castillos, mansiones misteriosas, casas fantasmales y pisos siniestros.
Pese a proporcionar a la historia del cine no pocas obras
sobresalientes, el melodrama sigue siendo un género considerado menor por
especialistas y público cinéfilo. A ello han contribuido varios factores: sus
orígenes literarios degradados; su antigua condición de «cine para mujeres»; su
multiplicidad de variantes, enfoques y perspectivas; la habitual contaminación
con otros géneros… Todo ello ha hecho del melodrama un modelo narrativo difuso,
escurridizo y lleno de sombras. Sin embargo, lo melodramático es crucial para
entender la evolución de la cultura del siglo XX
y la vida cotidiana del ser humano contemporáneo: emocionante iconografía,
hiperbólica dramaturgia, densas estructuras narrativas y sugerente puesta en
forma. El melodrama se ha convertido en el vehículo más apropiado para que el
cine hable de dolor, infelicidad, sacrificio y melancolía. De ahí que estudiar
los mejores melodramas de la historia sirva como apasionante ejercicio de
análisis de la propia naturaleza del cine y de la complejidad del alma humana.
Si
pudiéramos viajar en el tiempo, ¿a dónde iríamos? ¿A revisar nuestro pasado o
a conocer nuestro futuro? ¿Querríamos cambiar algo de nuestras vidas o nos
limitaríamos a ser testigos pasivos de la historia? Estas son solo algunas de
la infinidad de preguntas que se plantean en las películas de viajes en el
tiempo, una de las manifestaciones más recurrentes del cine fantástico de
ayer y de hoy. Es un tema que traspasa las fronteras de los géneros y que
adopta múltiples formas. Entender el concepto de viaje en el tiempo es comprender mejor la misma función del cine, lleno de
viajeros que, como los cineastas y los espectadores, juegan a desafiar los
límites de su existencia. Este libro
propone un recorrido por 50 títulos fundamentales que demuestran que los
protagonistas de películas como Regreso al futuro o Atrapado en el tiempo no están
solos en su aventura contra el reloj.
¿Cuánto hace
que no juegas? ¿Te has olvidado de jugar? El cine nunca se ha olvidado, y el cine ludens nos recuerda la importancia
de lo lúdico en la gran pantalla, la cultura y la sociedad. Con un carácter
divulgativo y filosófico, este libro analiza cómo el cine ha dialogado con
juegos de mesa, juguetes, videojuegos, laberintos, puzles, culturas lúdicas,
juego forzado, parques de atracciones e incluso juegos creativos y formales
como el cadáver exquisito o el mindgame film. Porque hay muchas formas
de jugar y de hacer cine, esta filmografía esencial invita a disfrutar de lo
lúdico en toda su libertad y complejidad.
Gracias a la capacidad del cine para hacernos
soñar, millones de personas han podido navegar por mares y océanos. Desde los
albores del cinematógrafo se han producido películas sobre el mar, en ocasiones
—aunque escasas—, potenciando sus bondades; en otras —demasiadas—, explorando
su peor vertiente: las tragedias de los naufragios y la inmigración, la
delincuencia de la piratería o del narcotráfico, la ambición de conquista, la
precariedad de los pescadores… Pero, a pesar de la brutalidad con la que a
veces se manifiesta, el mar suscita un atractivo —quizás atávico porque de él
surgimos— que provoca que se contemple con admiración, tanto en su agitación
como en su calma.
Este es un libro de atmósferas, una travesía por el
siniestro de autor. Como sublimación, la voz autoral es huella de la
nocturnidad más singular —a ver si la luz (re)vela… lo que en mi cuerpo se
rebela. Lo siniestro es condición y límite de lo bello, un decorado que se
desvanece, un sueño cumplido, el goce tozudo de la repetición, ese todavía no de la
temporalidad de la angustia, el velo retirándose, pero no el velo retirado. En
tiempos en los que se aviva el odio hacia el otro, merecemos relatos que nos
encaren con nuestra extimidad. Si sabemos de nuestra diferencia,
aniquilar la del otro será más difícil. Interrogar lo siniestro es, pues, la
vía del amor.
Cuenta
André Breton que, cuando el grupo surrealista acudía al cine, acostumbraba a
entrar comenzada la proyección, y la abandonaba al poco tiempo para volver a
irrumpir en otra sala, donde se exhibía otra película, en cualquier momento de
la función. Al final de la jornada, las secuencias dispersas, cubiertos los
huecos en la imaginación, iban construyendo en la memoria un nuevo argumento, a
partir de la lógica irracional, fragmentaria y elíptica del inconsciente. Algo
de la visión «sonámbula», y profundamente liberadora, que reivindicaba el
surrea-lismo, subyace en el viaje por el imaginario histórico a través del cine
italiano que recorre las páginas de este libro. Los autores proponen un
itinerario punteado de elipsis, saltos, pasadizos subterráneos, flashbacks y flashforwards, un recorrido transhistórico
que se apoya en el asincronismo entre el tiempo que señalan las tramas, a
partir del cual se ha ordenado la selección de los films, y el de su producción
y estreno en sala. En resumen, lo que este volumen plantea es una de tantas
historias posibles de Italia —tantas como antologías probables— a través del
objetivo de la cámara.
Transcurriendo en paralelo a las rupturas estéticas de las vanguardias
artísticas de principios del siglo XX,
el cine experimental investiga el potencial del medio cinematográfico a través
de sus posibilidades formales y su trasfondo crítico. Estas prácticas fílmicas
interrogan las imágenes y los sonidos tecnológicos vindicando un espíritu
autodidacta, narraciones atípicas, formulaciones abstractas y temporalidades
inusitadas. Radicales
libres
analiza cincuenta obras fundamentales que constatan el desarrollo de la
experimentación desde la década de los años 20 hasta la actualidad. De la
sinestesia de la música visual a la transgresión del surrealismo; del vigor
autobiográfico del cine lírico al reciclaje matérico del found footage; del minimalismo del structural film a la irradiación del expanded cinema; del discurso metafílmico del
cine-ensayo a la pausa del documental contemplativo y del elogio fotoquímico
del celuloide al cine de artistas en el cubo blanco. Libertad y radicalidad
fundamentadas de modo cinemático.
La producción de westerns en Europa nació en España hacia 1962 como una
esforzada imitación de los modelos hollywoodianos. Pero, a raíz del éxito de Por un puñado de dólares,
fueron los italianos quienes remodelaron completamente el género desde una
perspectiva iconoclasta que conectó enseguida con un público joven que ya no se
creía a los inmaculados cowboys
y sus gloriosas hazañas. ¿Qué ofrecían los casi 600 westerns rodados a orillas del
Mediterráneo entre 1964 y 1978? Antihéroes de nombres tan improbables como
Django, Sartana o Sabata; peripecias extremas que combinaban la violencia
exacerbada con un humor cínico que nunca aclaraba quiénes eran los buenos y
quiénes los malos (aunque los banqueros jamás pertenecían al primer grupo);
soluciones visuales tan barrocas e hiperbólicas como los
fondos musicales…; y, entre los extras, el único western realizado por una mujer y
el, también único, beso en la boca entre dos feroces pistoleros.
La muerte, por definición, es un
efecto terminal que resulta del cese de las funciones vitales de un organismo.
Esto es, la extinción de la vida. Y puede producirse por causas naturales —por
enfermedad o vejez— o por causas inducidas —por accidente, homicidio, suicidio
o demás. La ciencia ha discutido sobre la naturaleza de la vida y por tanto de
la muerte, y también sobre el umbral que separa una de otra. Igualmente, más allá de la ciencia, la
muerte ha sido objeto de reflexión de la filosofía y, por extensión, de la
humanística o el arte. Y en el campo cinematográfico, ha sido y todavía es,
junto a la vida o el amor, uno de los temas más recurrentes. Los cincuenta
títulos que se analizan en este libro son ejemplos de todo ello.
Cuando pensamos en la
economía, la solemos asociar al dinero. Algo aburrido, atractivo o inmoral,
según quien lo mire. Pero la economía es mucho más que eso. Son los problemas a
los que los países y las personas nos enfrentamos a diario, porque intentamos
ser felices y prosperar dentro de nuestras limitaciones de tiempo, dinero y
energía. Como la economía está en todo lo que hacemos, el cine necesariamente
trata sobre ella. Cada vez que un personaje toma una decisión, cada vez que
pondera los beneficios y los costes de sus opciones, eso es economía. Capital y trabajo describe esta relación íntima mediante un
repaso a la representación cinematográfica de la economía que cubre muy
diversos ámbitos: los sindicatos, las finanzas, la explotación de recursos
naturales, las empresas, la innovación, los conflictos por la propiedad, los
bancos, la inmigración, la mujer en el trabajo, el desarrollo, la
automatización, la precariedad laboral… Capital y trabajo quiere resultar útil, tanto para quienes quieren
aprender economía o sobre la economía a través del cine, como para quienes se
interesan por el cine con una temática económica. O simplemente para quienes
buscan entender mejor el mundo en el que viven.
El cine independiente
norteamericano existe desde la misma consolidación del sistema de los estudios,
representado entonces por nombres tan dispares como David Selznick, Ed Wood,
Orson Welles, Ida Lupino, Nicholas Ray o Roger Corman. Pero es en 1959, con la
cristalización del New American Cinema, cuando la independencia cinematográfica
se convierte en una realidad, en un estado de ánimo, y admite ya la teoría
además de la práctica. En las cincuenta películas que componen este volumen,
hemos intentado ofrecer algo más que una alternativa artística y económica al
cine de Hollywood, un minucioso recorrido desde los primeros filmes de John
Cassavetes hasta la actualidad, pasando por la construcción del Nuevo Hollywood
en los últimos sesenta, la generación new wave de Jim
Jarmusch, la irrupción volcánica de nombres como Quentin Tarantino, Steven
Soderberg o Sofia Coppola, el éxito del modelo Sundance y la particular
trayectoria de gente como Todd Haynes, Gus van Sant o Harmony Korine.
Cuando en 1897 el irlandés Bram Stoker publicaba Drácula no imaginaba la trascendencia
que iba a tener su personaje en el imaginario colectivo, convertido en icono
popular gracias al cine. Bela Lugosi, con su interpretación en Drácula (Dracula, Tod Browning, 1931), establecía el canon vigente durante
dos décadas; hasta que el actor Christopher Lee recibía el testigo en la
película que Hammer Films dedicaba al personaje en 1958. El carácter simbólico
y la capacidad transgresora del no muerto, sobre todo en lo referente a la
sexualidad y a la ruptura del orden establecido, evolucionaba con el paso del
tiempo asumiendo nuevos significados y modificando sus significantes,
abandonando los escenarios góticos e infiltrándose en contextos urbanos
contemporáneos, acomodándose a los nuevos problemas e inquietudes vigentes en
la sociedad; unas veces simbolizando sus causas, otras sus consecuencias.
Las relaciones entre el cine y la arquitectura comenzaron a
manifestarse casi en los inicios de las proyecciones cinematográficas. En la
mayoría de las películas se pueden ver espacios arquitectónicos, por lo que
prácticamente cualquiera serviría para estudiar estas relaciones. Sin embargo,
para especificarlas se han elegido seis temas fundamentales: la profesión
arquitectónica; las obras de construcción; cineastas mostrando edificios
existentes en la realidad; edificaciones creadas solo para aparecer en
películas y su influencia en el mundo real; otras arquitecturas que solo pueden
verse en filmes porque no tendría sentido construirlas en la realidad; y, por
último, cómo la imagen en movimiento muestra la arquitectura de un modo
específico. Las 50 películas seleccionadas son primordiales para poder
estudiar, entender y llegar a conocer cómo han sido las relaciones entre la
arquitectura y el cine desde sus inicios.
Estudiar las circunstancias históricas de la animación es viajar por una historia paralela del cine. Entrando y saliendo de la corriente principal de las formas fílmicas, la animación ha sido motor de poderosos avances técnicos, de osadas exploraciones formales y de radicales reformulaciones de la relación entre creadores y públicos. Por ello, estudiar la historia de la animación es adentrarse en una larga serie de transformaciones de las formas estéticas y de los usos sociales de la imagen, que marcan el pasado, el presente y el futuro de los medios audiovisuales más de lo que se suele contemplar desde la crítica académica. A través del análisis de cincuenta títulos esenciales, emprendemos un recorrido por los contextos geográficos y sociales, los autores y los desarrollos tecnológicos que han sido determinantes en la historia de la animación. Las películas analizadas en este libro constituyen un corpus esencial a través del cual se proponen al lector suficientes pistas para emprender un viaje apasionante por el universo de una de las formas expresivas más productivas de la historia de la imagen en movimiento, una forma de materializar la imaginación humana que goza de un pasado glorioso y de un futuro muy prometedor.
Pese al importante papel que desempeñó en el contexto
internacional durante el siglo pasado, al cine latinoamericano le sigue
costando encontrar su lugar en el mundo, asfixiado por una hegemonía global
de la industria anglosajona que se impone tanto comercialmente como en el
circuito de festivales, y que apenas deja unas migajas para los países en
vías de desarrollo. Y, sin embargo, los cineastas de la zona no cejan en su
empeño de dar a conocer sus historias. El presente volumen destaca la
relevancia de medio centenar de películas realizadas en el escaso periodo de
tiempo transcurrido desde que sobrevino el cambio de siglo. Más allá del
impacto mediático de Roma o de tendencias de temporada asociadas a
algún fenómeno nacional específico, el cine latinoamericano está dando voz a
sus minorías, luchando por sacar adelante leyes que le permitan depender en
menor medida de las coproducciones internacionales y ganando premios en
certámenes de todo el planeta. O lo que es lo mismo: luchando desde las
trincheras para defender su identidad.
Desde sus mismos orígenes, el cine ha estado fuertemente vinculado con el mundo de la magia
escénica y el ilusionismo. Pioneros como Georges Méliès fueron, antes que cineastas, prestidigitadores, así que no es extraño que las trayectorias de ambas artes hayan estado siempre estrechamente entrelazadas. De esos vínculos, precisamente, trata este libro. Como en aquellas casetas que
poblaban las antiguas ferias ambulantes, esperan al curioso en estas páginas cincuenta historias
plagadas de misterios, trucos y prodigios. Descubrirá aquí el lector el doble vínculo -con el cine
y la magia- de escritores de la talla de Gabriel García Márquez o Ray Bradbury. Se sorprenderá al
conocer cómo cineastas como Tod Browning, Orson Welles o Woody Allen han reflejado en sus
películas su pasión por el ilusionismo. Desfilarán ante sus ojos decenas de magos e ilusionistas,
mentalistas y prestidigitadores, adivinos y estafadores de sonoros nombres y fascinantes vidas: de
Hanussen a Houdini, del profesor Fassman al profesor Zovek, de Elmyr de Hory a Uri Geller y
muchos, muchos más… Damas y caballeros, ocupen sus localidades: la función va a comenzar.
¿Existe un cine de superhéroes? ¿Son la infantil o incluso fascista representación de fantasías dañinas, o un mito moderno que hay que saber leer? En las nueve décadas que el superhéroe ha existido en nuestra cultura, su figura y sus aventuras han servido a muchos fines, desde el puro entretenimientoy evasión al más descarnado retrato de nuestras limitaciones y mezquindades. Y eso ha sido así en el papel, en la radio, en la televisión y en el celuloide. En este libro recorremos la historia del superhéroe y el supervillano en el cine proponiendo 50 títulos que reflejan cómo se han expresado en cada época, los elementos artísticos, narrativos y empresariales que han formulado,y los hitos que han llevado a su actual explosión y dominio de la taquilla. Del Capitán Maravillas al Joker, de Lex Luthor a Thanos, de los Fleischer a Shyamalan. Más poderosos que una locomotora o armados con una simple llave inglesa, esta es la historia de cómo los superhéroes han encarnado imposibles, creado mundos y cambiado el cine.
La muchedumbre parisina manifestándose enfurecida, la reina enfrentada al pueblo en el balcón de Versalles, acalorados discursos en la Asamblea Nacional, la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano o la guillotina, siniestra desde un desafiante contrapicado, son algunas de las imágenes que integran el caleidoscopio cinematográfico de la Revolución francesa. Contradictorios y a la vez inequívocos símbolos del proceso revolucionario, certifican la imposibilidad de representar de forma unívoca su acelerada acumulación de sucesos, conmociones, reformas políticas, constituciones, formas de gobierno y de represión. El carácter pendular de la Revolución hace oscilar el poder y la crueldad de un extremo a otro, y la convulsión histórica que supone para las sociedades contemporáneas no tiene precedente. Cada filme que regresa a ella añade, en su mirada sobre un tiempo de ilusiones y atrocidades anudadas, otro estrato que nos habla sobre su propia época.
Vivimos en un mundo de encrucijadas medioambientales: contaminación de la tierra, el aire y el agua, sobreexplotación de recursos, emisiones desbocadas de gases de efecto invernadero, destrucción sistemática de ecosistemas y biodiversidad, y desequilibrios demográficos y socioeconómicos en el delirio del consumo desenfrenado y de nuestras reclusiones coloniales, de clase, género y raza, que inevitablemente nos enfrentan a nuestros modos de vivir y morir. Con el cine, que nos ofrece infinitas maneras de mirarnos en nuestras comunidades, podemos explorar con peculiar libertad narrativa nuestras formas de entender la naturaleza, nuestras expectativas, nuestros recelos, las profundas contradicciones en nuestra forma de organizarnos y de construir, históricamente, el medio en el que soñamos, sufrimos y amamos. El cine nos muestra que la venganza de la naturaleza no es más que un pretexto terrorífico, y que las soluciones de la destrucción del medio ambiente no habitan el ámbito de ningún tipo de providencia, sino de nuestra voluntad.
El cine de los países escandinavos siempre ha estado relacionado con la profundidad y la solemnidad de las películas de Bergman y Dreyer. Temas como el existencialismo, la insignificancia del ser humano frente a la naturaleza o el sentimiento de culpa emparejado a la religión luterana, han formado parte del séptimo arte nórdico. Sin embargo, el cine escandinavo es mucho más que eso, ya que, al hilo de una producción fílmica más de arte y ensayo, el cine comercial relacionable con los géneros más tradicionales y populares también ha tenido un desarrollo importante por esas latitudes. El recorrido que proponemos con 50 de las películas más representativas de la filmografía escandinava pretende recorrer la historia del cine nórdico a través de filmes emblemáticos de los cinco países que nos atañen: Suecia, Dinamarca, Noruega, Islandia y Finlandia. Desde un punto de vista cronológico, partiremos de los años veinte del siglo XX y nos detendremos un siglo más tarde. Dreyer, Bergman, Lars von Trier o Kaurismäki, lógicamente, formarán parte de nuestro recorrido, así como movimientos como el Dogma 95 o el nuevo cine islandés, sin olvidar filmes desconocidos o no estrenados en España, así como rarezas y grandes éxitos de taquilla en sus países de origen.
Desde sus inicios, el cinematógrafo ha estado ligado a las ciencias ocultas, el esoterismo, la brujería y los fenómenos paranormales, y no solo porque el cine fantástico recurra frecuentemente a estos temas. Cuando hablamos de la «magia del cine» no sabemos lo literal que puede ser. La pantalla esotérica propone una relectura en 50 títulos fundamentales de la historia y el papel del cinematógrafo en nuestra sociedad, a la luz oscura del misticismo, el hermetismo y la parapsicología: desde el cine mudo con los magos del «expresionismo» alemán hasta los filmes de Rob Zombie. De las comedias diabólicas del Hollywood clásico como Me casé con una bruja a la fiebre satánica y pagana desatada por La semilla del diablo. Del cine gótico de la Universal a genuinos alquimistas del celuloide como Jodorowsky, Kenneth Anger o Lynch. Películas clásicas y oscuras, serie B y cine de culto nos muestran el lado oculto del cine, más oscuro de lo que pensamos, pero también más fascinante y mágico.
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